Mira hijo,
cómo con la luz mañanera
se alimentan el hombre, la bestia
el sauce y la luna llena.
-Le dijo un campesino a su hijo-
El hijo, sin saberlo aún,
escuchó, y siguió trabajando la tierra.
Fue el hijo una sombra del padre
y el padre una sombra del hijo.
En tanto que el padre murió,
y el hijo vertió una lagrima.
Lo que no sabía
es que al llegar de nuevo la muerte al hijo,
aquellas palabras insignificantes y olvidadas
vendrían de nuevo a resonar a su cabeza:
Mira hijo,
cómo con la luz mañanera
se alimentan el hombre, la bestia
el sauce y la luna llena.