Cuando era pequeño
me mordió una araña.
La herida nunca sanó
y en el mismo punto
en el que la araña mordió
a lo largo de mi vida
vinieron miles de mosquitos
a morder a conciencia.
Aunque el morder del mosquito
fuese, por mucho, menor,
cada vez que uno de ellos picaba
era la araña que mordía nuevamente.