Mi alma,
anciana como la canción del agua,
goza dichosa cada giro de la rueca.
En el brillo de mis ojos
hay innumerables historias de las eras,
pronto retornaran a la sombra nocturna.
Mi mano es como la piel del roble,
poblado de cicatrices eternas,
por eso tómala, quien quiera que seas:
Camina conmigo haciendo el amor.
Amaremos y amaremos
hasta la primera luz del alba, y sin tristeza,
bailaremos juntos el último adiós
para volvernos a encontrar.
Las almas nunca abandonan el hogar
y cada mirada ya se ha consumado antes.