La muerte, el final de todo,
es una dimensión posible
en la vida de un hombre.
El hombre que no quiere ser,
al que dolores insoportables
le atormentan sin descanso,
tiene que aprender a morir.
La muerte, la sagrada desaparición,
el olvido, el alivio de toda carga,
el abandono de ser uno mismo,
-no biológicamente hablando-
¡De eso has de ser aprendiz!
El arte más elevado es saber morir.
Nada aflige, nada altera, nada llega
al Maestro de la muerte que
con máscara de hombre
va caminando.