4 de noviembre de 2015

La muerte, el final de todo,
es una dimensión posible
en la vida de un hombre.

El hombre que no quiere ser,
al que dolores insoportables
le atormentan sin descanso,
tiene que aprender a morir.

La muerte, la sagrada desaparición,
el olvido, el alivio de toda carga,
el abandono de ser uno mismo,
-no biológicamente hablando-
¡De eso has de ser aprendiz!

El arte más elevado es saber morir.
Nada aflige, nada altera, nada llega
al Maestro de la muerte que
con máscara de hombre
va caminando.