16 de abril de 2016

2.

¡Ay, ojos negros! Otra semana más, quizá dos, me faltan para verte.

Con vino blanco te he encontrado y con vino blanco te olvidaré.

¡No! ¡No! (vencido) ¿A quién quiero engañar?

Tengo tus lunares clavados para siempre en mi mirada.

Su tacto… su tacto… tu piel y tu hechizo.

Ay, ojos negros… te hablo por aquí, porque ni borracho me atrevo…

…ya sabes, a mirarte.

Tengo un don para ver más allá de los muros del corazón,
y una pena para sólo observar su secreto.

Quisiera encerrarme contigo sin tiempo ni alcohol,
solos en un lugar, tú y yo,
y que los muros de nuestra carne se fundan hasta desvelar el misterio.

Quisiera hacerlo todo contigo.

Quisiera, para empezar, poder hablarte…

¡Pero soy un mendigo! Hijo de la soledad y el destierro…

¡Ay, Olivia! ¡Si te observo todo se detiene!

Si te miro, el deseo me vence… ¡Y más que el deseo!

Si te miro, quedo mudo y ciego, sordo y tuerto,

Si te miro, Olivia, sólo a ti: mi secreto te pertenece.

Ay, ojos negros… si tan sólo pudiera hablarte…