9 de abril de 2016

0.

Te quiero pedir perdón.

Porque yerro, porque fallo;
porque me contradigo y contengo multitudes.

Me creo imperfecto; busco la Perfección sin mirar al Presente.

Tú me diste forma,
un sexo, un nombre,
una calle y un colegio.

Y Tú me los quitaste.

Un padre, que me nombró como él,
su trofeo;
una madre, que me quiso niña,
y con polla, pelo y machismo lo consiguió.

Hoy, una mujer a la que he acercado mis labios,
al acercar ella su rostro, para darme su nombre,
y su calle, y su colegio, y sus padres… ha llorado.

A lo largo de mi vida he hecho llorar a algunas mujeres.

A muchas.
Muchas...

Demasiadas.

Mi culpa se agarra a lo alto de mi espalda,
y logra que me cueste andar.

Quisiera ser como el Cristo,
y entregar mi efímero cuerpo por el perdón de la humanidad.

Pero sólo me queda su culpa, su puta culpa.

Qué vulgar, como esta puta transición que vivimos.

Como todos los putos Géminis, que nos vanagloriamos de nuestro séquito de muertos,
Leopoldos, Pessoas, Márqueses, Manueles, Macartneis, Devendras, Dylans, tristes Ginsbergs,
Lorcas y la piel, y el coño, y las cuerdas, y Tú.

Mi culpa, con la que estrello la cabeza de mi hermano contra una puerta metálica,
cuando sueño, porque sueño mi infancia,
la misma que las luces de la calle,
que me violan con sólo abrir los sentidos.

Mamá: te quiero follar, como tú querías follarte a tu padre.

Y a mi prima, también me la quiero follar: Sueño con ella.

Qué vulgar, qué apestado…

Mandadme al paredón, ¡ya no soy un ahorcado!

Os pido perdón, Te doy las gracias;
Desde que sé que no soy, nada me falta.

No soy Miguel; no soy tu hijo;
No soy tu hermano,
ni tu amigo...

¡Dejadme Ser!

¡Dejadme Ser!

¡Dejadme Ser!

Y si acaso, que me deje yo…

Soy un anciano, un niño;
soy una flor y el Demonio;
soy la caricia y tu sangre,
la virtud, el engaño…

Perdóname… ¡Perdóname!

Porque no Te sirvo cuando te pienso;
porque… porque…

¡Porque no me creo tú!
¡Señor! ¡Sin barba, ni forma, ni nombre!

¡Ella! Ella… ella…

Mi madre, anael, mis hermanos, yo…

¡Mujeres! ¡Mujeres! ¡Mujeres!

¡Ay! Las cicatrices que me empeño en remarcar,
los ojos que me brillan como Cosmos antes de la guerra;
las mujeres que me agreden,  y la vergüenza que me invade…

¡Ay!, por no mostrarle mis tetas o mi coño… o mis deseos de violar la inocencia.

Manuel me abraza, como la Madre, como la Vida, como la Tierra.

Yo pienso en Olivia, y en mi culpa, y en el vino,
y en poder comprender, y que mis Hermanos comprendan.

Y cuando no pienso me desvanezco, y se calla el loco;
Su piel se vuelve real.

El Abismo.

El Misterio.

Olivia, olivia, olivia…