16 de agosto de 2016

Hubo un tiempo en que hablaba
conmigo mismo y me creía un loco.

Hoy hablo con Dios, y aunque
loco aún me creo, al menos tengo
a alguien con quién hablar.

Cuando mi alma siente pena
por ser pena y ser alma,
bebo vino y sonrío
de la noche a la mañana.

Mil mujeres he sido
y en cada una he muerto.

Mil cielos he rozado
y en todos hoy me embriago.

Vida y muerte, misma son;
desde mi piel asoma una luz
que muestro en la noche,
cuando nadie observa,
ni toca, ni escucha.

Mil demonios me hablan
desde dentro de mí.

Sólo una voz me embruja
aunque suene a mentira,
a melancolía, a tristeza,
como la luz que callado guardo
y que en estas letras se escapa.

Sólo un ángel me cuida,
de la noche a la mañana.